viernes, 18 de enero de 2019

El Murigante - Galicia

El Murigante, uno de los animales de la fauna mágica gallega, no ha sido visto modernamente. En algunas aldeas de la montaña gallega, donde hace cien años era visto todos los días, especialmente en invierno, acercándose al fuego en las cocinas, ya ni saben su nombre. Porque el murigante siempre tiene frío, y por su afición a acercarse al fuego, en algunas partes se les llama murigantes a los frioleros.
El murigante es una especie de murciélago, de ratón con alas; pero no sabe volar. Sólo utiliza las alas como paracaídas, cuando se tira desde lo alto de la chimenea o de una alacena, o de la rama de un árbol a la que subió un mediodía de agosto a tomar el sol. También utiliza las alas para abinar el fuego en la lareira. Es muy curioso de cuentos, y está muy atento a los que cuentan en las noches en la cocina, escondido en un rincón. Y se sabe que está allí, atendiendo, porque si el cuento le gusta, al terminar de contarlo el narrador, golpea con las tapas de las tarteras, silba, y baja a atizar el fuego. Es entonces cuando se le ve. Entonces, y en verano, en los días de la canícula, en los que sale al campo a espiojarse. Se sube a la rama de un árbol, o se tumba en la hierba; pero para que haga esto último es necesario que sea un día de verdadero calor, de los que caen pocos en las canículas gallegas.
El murigante tiene color negro muy lucido, es gran bebedor de leche cuajada, y en primavera teje telas, como las arañas, y come las moscas que caen en ellas. Aseguran que su mirada es muy humana y anda a brincos. Algunos contaban que lo habían escuchado hablar, y que si había muerto en la casa, se le escuchaba llorar, despidiendo al difunto.
Lo mismo si era persona de la familia, que si era una vaca, un cerdo o un perro. De si hablaba o no, se cuenta que una vez se apagó el fuego en la lareira de la cocina en la que moraba. Entró el dueño de la casa, e hizo fuego nuevo. El murigante salió de su escondite, y le dijo al hombre:
—¡No hay oro en todo el mundo que pague el saber hacer fuego!
Se lo dijo en gallego: —Non hai ouro no mundo que pague o saber facer lume —, que es el idioma que habla.

(Alvaro Cunqueiro)

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