Pocas veces se reunieron las Cortes en tiempos de Sancho IV (Palencia, Haro, Valladolid), no era muy amigo de ceder su autoritarismo a los representantes del reino; en cambio, durante el gobierno de Fernando IV las convocatorias de Cortes fueron más frecuentes, tanto que hubo años que se celebraron dos reuniones en diferentes sedes (Valladolid, Cuéllar, Burgos, Zamora, Medina del Campo, Madrid). Este fue uno de los rasgos diferenciadores entre la gestión de uno y otro monarca. En todas se discutieron temas de suma importancia. Así, en las de Valladolid de 1295 —hubo varias en esta ciudad-, donde fue proclamado rey, quedó en evidencia el protagonismo de los representantes concejiles; en las de Cuéllar (1297) se trató el asunto de la venta de Tarifa para rebajar la presión fiscal del reino; en las de Medina del Campo de 1305 se habló de orden público, de los abusos de los poderosos y de los privilegios de las villas y ciudades, y en las de Madrid (1309) se autorizaron los sueldos para pagar a los soldados de la futura guerra con Granada.
Pero el buen gobierno de Castilla también se gestionaba con tratados y acuerdos. Importantes fueron los de Torrellas, (Zaragoza, 1304) y Elche (1304) que sirvieron para acabar con la cuestión dinástica de Alfonso de la Cerda a cambio de la cesión de varios lugares y para definir la frontera de Murcia, límite sureste de los Reinos de Castilla y Aragón, durante mucho tiempo en disputa. Otro tratado de gran interés fue el de Alcalá de Henares (1308) donde se firmó la reconciliación entre Castilla y Aragón y se elaboró el calendario para el inicio de la guerra contra los nazaríes granadinos.
(Javier Leralta)
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