sábado, 25 de noviembre de 2017

Tomás Peñarroya "El Groc"

El Groc, conocía cada palmo del terreno de la comarca, sabia todos los buenos escondrijos, uno de ellos el carrero de la Pardala. Un día estaba en la Balma, Zorita, vio a los maulets que iban a por él, confiados porque sabían que no tenia escapatoria, pero el Groc vio una sabina (que aun hoy existe) que nacida en la roca en medio del precipicio, y trepando por ella se les escapó. Era muy querido y buen bracero. Cuando los masoveros amigos sabían que lo estaban buscando le decían: No vengas en dos o tres días, no tenemos por ahora trabajo para ti. El se escondía. Uno de sus escondites más frecuentes era un centenario ciprés que estaba en la ermita dedicada a San Jose, a escasos cien metros dirección sur de Forcall. Se escondía durante el día, bajaba cuando se hacía de noche Cuan íbamos a paseo algún domingo con el abuelo me decía: Ves, ese es el ciprés donde se escondía El Groc. Es el ciprés del Groc".
"Para ser guerrillero, manejas muy bien el par de mulas arando y sembrando." "¡Va! contestaba, cuando se ha estado en el frente, esto vuestro es coser y cantar".
Un día que estaba en Castellfort le dijeron que había trabajo para él en el Mas de Torres, nuestro héroe que había trabajado con tantos masoveros honrados y agradecidos, no sospechó que este habría de ser su último trabajo, ya que el que le busco, en complicidad con su esposa, y por una recompensa, como moderno judas lo había vendido. Mientras cargaban estiércol de las ovejas en un carro, los guardias le salieron por sorpresa y le preguntaron si era el Tomas Peñarroya apodado el Groc. "El mismo", contesto, ni tiempo tuvo de darse cuenta de la trampa. Un tiro en la cabeza acabo con su vida. Lo cargaron en una caballería llevándolo al pueblo donde expusieron su cadáver en la cruz de término e hicieron una gran fiesta. Pero no todos se alegraron, Algunos que le habían tratado decían de él que era muy valiente y trabajador.

(El Blog de la Seu dels Ports)

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