sábado, 15 de junio de 2019

José Manuel García Barbón

José Manuel García Barbón nació en Verín en 1831, en una familia acomodada, a pesar de lo cual salió para Cuba a la edad de 13 años reclamado, como se decía en aquel mundo de la emigración, por su tío Luciano, en aquellos momentos uno de los hombres más ricos de la isla.
Luciano no tenía descendencia y consideraba a su sobrino el heredero. Este, por su parte, resultó muy aplicado en asuntos mercantiles y pronto, cuando contaba con tan sólo 25 años, ya poseía un más que notable capital personal y pudo fundar en La Habana su propio banco.
Más adelante trabaría gran amistad con el vigués José Policarpo Sanz, diez años más joven, de orígenes más humildes, que también supo alcanzar en aquella Cuba gran éxito en los negocios. Otro de los personajes más adinerados de la colonia.
Mal podrían suponer ambos que muchos años más tarde la principal arteria del centro de Vigo llevaría sus dos nombres, dos calles una como continuación de la otra atravesando buena parte de la ciudad.
Al igual que su tío Luciano, José Manuel García Barbón se hizo masón y permaneció soltero. No debía ser fácil conjugar las decisiones propias de la banca – así como otros negocios muy antillanos – con el ejercicio de la filantropía; pero, al parecer, ambos lo consiguieron.
Fueron los principales impulsores de la Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Galicia y del Centro Gallego de La Habana.
En el año 1884, siendo todavía joven, con 53 años de edad, García Barbón decidió liquidar todos sus negocios en Cuba y regresar a Galicia, parece que por problemas de salud. Su fortuna era por entonces inmensa.
Se instaló en su pueblo, Verín, donde permaneció a lo largo de 10 años, fundó escuelas y colaboró con largueza en obras de beneficencia. También promovió empresas como el Hotel Balneario de Cabreiroá y Electra de Verín.
Algunos opinan que abandonó Verín porque se sentía constreñido en un lugar aislado y pequeño; y otros señalan que a ello colaboró el sentirse molesto por la incompresión de sus vecinos y porque, en un momento político dado, fueron talados los árboles de una alameda que él había plantado para el pueblo.
El caso es que en 1894, con 63 años, emprendió en Vigo una nueva etapa junto con su hermana Carlota y las cuatro hijas de ésta, que luego serían sus herederas.
Adquirió una extensa finca sobre la que hoy es su calle, en las proximidades de La Calzada, la llamó Vista Alegre y allí construyó dos magníficos palacetes, uno para él y otro, de mayor tamaño, para la familia de su hermana.
Una parte de su fabulosa fortuna la invirtió en comprar propiedades y en levantar algunos espléndidos edificios, de los más destacados de la época.
Cuando había alcanzado los 78 años, falleció el 7 de Marzo de 1909. Dicen las crónicas que a su entierro acudió una gran parte de la población, unas veinte mil personas.
El gran duelo que manifestó toda la ciudad se debió a que en los quince años que pasó en Vigo, José Manuel García Barbón se prodigó en obras de caridad, tanto a nivel colectivo como individual, ayudando a las numerosísimas personas que acudían a visitarle a su finca de Vista Alegre.
También construyó a sus expensas, en el año 1900, la Escuela de Artes y Oficios, que primero dotó de contenidos y después donó al Ayuntamiento. Y quiso colaborar con la cultura a través de la recuperación del Teatro Rosalía Castro, en la calle Marqués de Valladares, que permanecía abandonado.
Un año después del fallecimiento de García Barbón, en el mes de Febrero de 1910, tras una función de Carnaval, ardió aquel teatro que había sido una de sus empresas más queridas. Tanto que sus sobrinas decidieron encargar al gran arquitecto Antonio Palacios un espectacular edificio para sustituir al anterior.
En 1913 comenzaba su construcción, que se prolongó más de una década, para ser inaugurado el 23 de Abril de 1927. Una gran estructura, una sólida joya arquitectónica.
Este Teatro García Barbón es, no cabe ninguna duda, nuestro edificio más emblemático. Y es, sobre todo, el espléndido y duradero legado póstumo de José Manuel García Barbón a la ciudad.

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