jueves, 19 de marzo de 2020

Mito de las Piedras

El hacha neolítica en los tiempos remotos ha sido objeto de un culto. En algunas ciudades de Grecia aparece sobre la cabeza del toro sagrado, que sirve de ornamentación a algunos vasos.
Y los lictores la llevaban como insignia delante de los cónsules. A esta arma y herramienta a la vez, Ovidio la llama ceraunia y los labradores astur-leoneses la llaman piedra del rayo, atribuyéndole virtudes sobrenaturales.
Los campesinos alemanes también se lo atribuían al creer que las arrojó a la tierra el terrible dios del trueno, el dios Thor, el del río Torío leonés, el del terrible martillo de piedra.
Los ganaderos suelen tener la piedra del rayo en el establo, porque se cree que las vacas que conciben en presencia de esta piedra paren hembras.
Cuando una vaca enferma de la ubre se la frotan con la piedra del rayo mojada en leche. Como este masaje suele ser beneficioso y desinfectante, creen que la curación es debida a la virtud de la piedra del rayo.
También suele usarse la piedra de la leche, de pizarra o mármol. Es muy pequeñita, como una nuez. las mujeres que dan lactancia la llevan colgada al cuello, de manera que toque en las mamas, porque así creen que el amuleto aumenta la secreción láctea y preserva de enfermedades.
También se le atribuye a la piedra de la culebra la virtud de extraer el veneno de la herida causada por tal reptil.
La piedra de la culebra se cree que se origina juntando siete culebras, para que se ondulen caprichosamente entre ellas, se mezclen seis de ellas babeando sobre la cabeza de la más grande, y el sol produzca irisaciones cromáticas sobre sus pieles. La baba se seca y se forma la piedra de la culebra. Dicen que es porosa y azulada. La colocan sobre la herida de la mordedura y luego la introducen en leche para que suelte el veneno, que había absorbido.

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