El duque de Arcos pretendía que el rey de Portugal había usurpado la Corona que a él correspondía por derecho, y cuando hablaba del Rey de Portugal le apellidaba sólo duque de Braganza.
Tenía cuarenta mil escudos de renta en Portugal, y no los disfrutaba, porque no quería someterse a besar la mano del Rey, cuyo imperio no reconocía, ni a rendirle homenaje. El Rey de Portugal le hizo saber que le dispensaba su servicio en la Corte mientras enviara para representarle a uno de sus hijos, el menor o el mayor, como bien le pareciere, y de este modo podría pagarle su renta y satisfacerle sus atrasos, que formaban ya sumas considerables. El duque de Arcos no quiso ni oír hablar de tal asunto, y dice que después de haber perdido la Corona sería vergonzoso para él someter a la autoridad del usurpador individuos de su familia, sin más objeto que cobrar cuarenta mil escudos de renta; que los grandes males hacen olvidar los pequeños, y que más gloria sería para el Rey de Portugal rendirse a su poderío que provecho para él cobrar una renta cuantiosa; y no quería ponerse en el caso de reprocharse alguna vez a sí mismo por haber otorgado al usurpador honores que no le debía.
Tenía cuarenta mil escudos de renta en Portugal, y no los disfrutaba, porque no quería someterse a besar la mano del Rey, cuyo imperio no reconocía, ni a rendirle homenaje. El Rey de Portugal le hizo saber que le dispensaba su servicio en la Corte mientras enviara para representarle a uno de sus hijos, el menor o el mayor, como bien le pareciere, y de este modo podría pagarle su renta y satisfacerle sus atrasos, que formaban ya sumas considerables. El duque de Arcos no quiso ni oír hablar de tal asunto, y dice que después de haber perdido la Corona sería vergonzoso para él someter a la autoridad del usurpador individuos de su familia, sin más objeto que cobrar cuarenta mil escudos de renta; que los grandes males hacen olvidar los pequeños, y que más gloria sería para el Rey de Portugal rendirse a su poderío que provecho para él cobrar una renta cuantiosa; y no quería ponerse en el caso de reprocharse alguna vez a sí mismo por haber otorgado al usurpador honores que no le debía.
(Carlos Fisas)
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