Un pulmón natural, cultural y deportivo junto al mar.
Ubicada al sur de la ciudad de Barcelona, la montaña de Montjuïc ha protagonizado a lo largo de todo el siglo XX un proceso de transformación que la ha llevado a convertirse en uno de los terrenos de mayor orgullo para la ciudad de Barcelona. Las 250 hectáreas de superficie que la conforman están sembradas de pabellones culturales
–como el Museo Nacional de Arte de Cataluña o la Fundación Joan Miró–, dependencias deportivas –como el Estadio Olímpico–, un imponente castillo y, sobre todo, zonas verdes que hacen de Montjuïc un verdadero pulmón natural conformado por parques y jardines de diferentes características morfológicas, estéticas y botánicas.
De entre todos los que cohabitan, destacan los Jardines de Joan Brossa, ubicados en lo que antiguamente fue el parque de atracciones de Montjuïc. También, el jardín de Petra Kelly, el de Mossèn Costa i Llobera, el de Mossèn Jacint Verdaguer, los del Mirador, el Laribal o el de Migdia. Sin embargo, si hay uno que destaca por encima de todos los demás es el Jardín Botánico Histórico de Barcelona. Creado en 1930, su colección botánica comenzó reuniendo especies endémicas y poco comunes procedentes de la Península, Baleares y Marruecos, hasta convertirse en uno de los más importantes del clima mediterráneo.
Desafortunadamente, las obras llevadas a cabo en Montjuïc con motivo de las Olimpiadas de 1992 provocaron tal inestabilidad en la estructura física del Jardín Botánico que este fue cerrado al público hasta que en el año 2003, después de ser rehabilitado, abrió de nuevo sus puertas. Se ubica en una hondonada de Montjuïc, por lo que la temperatura, hasta cuatro grados menor que en las inmediaciones,
posibilita la supervivencia de especies eurosiberianas.
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
Selección
lunes, 15 de enero de 2018
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