Construida por orden de Felipe V de Borbón con el propósito de que embelleciera la villa y mejorara los suministros de agua, la fuente de la Fama, en Malasaña - Triball, ha vivido numerosas reformas. El proyecto originó una subida de impuestos y el día de su inauguración en 1732, los madrileños pusieron de manifiesto el sentido del humor que les caracteriza con un letrero que decía: “Deo volente, rege survente et populo contribuyente”, lo que venía a decir: “Dios lo quiso, el rey lo sugirió y el pueblo lo pagó”.
Realizada por Pedro de Ribera, fue conocida en sus orígenes como la fuente de Antón Martín, por estar situada en esta plaza; emplazamiento donde asistirá a la revuelta popular conocida como el "Motín de Esquilache". Tras una breve permanencia en el parque del Oeste, en 1941 se traslada a su definitivo emplazamiento en la plaza de Pedro de Ribera, junto al Museo de Historia.
El monumento gira en espiral desde la base, sujeta por cuatro delfines mitológicos, hasta la cúspide, donde una victoria alada (preparada para escapar como símbolo de que la fama no perdura) proclama el triunfo blandiendo una trompeta. La fuente muestra la preocupación barroca por el paso del tiempo y hace referencia al célebre precepto de "Carpe diem carpe horam" (aprovecha los días, aprovecha las horas).
(¡Madrid!)
El monumento gira en espiral desde la base, sujeta por cuatro delfines mitológicos, hasta la cúspide, donde una victoria alada (preparada para escapar como símbolo de que la fama no perdura) proclama el triunfo blandiendo una trompeta. La fuente muestra la preocupación barroca por el paso del tiempo y hace referencia al célebre precepto de "Carpe diem carpe horam" (aprovecha los días, aprovecha las horas).
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