lunes, 9 de marzo de 2020

Leyenda de Bendinat

Se cuenta que en tiempos de la Reconquista, se había librado una gran batalla. Se había conseguido una gran victoria. Caía la tarde del 12 de septiembre de 1229 sobre Mallorca. El rey caminaba por el gran campamento en la ladera de Na Burguesa. Y sus hombres aclamaban: "¡Viva Rei En Jaume!". Sin embargo, los pensamientos del rey estaban lejos de allí. Sus ojos, audaces y vivos, se dirigían hacia el oriente. Miraba a Medina Mayurca. Todavía estaba en manos del enemigo. Aún gobernaba en Palma el valí moro. Aún no se había ganado don Jaime I el título de Conquistador. Se sentó entre su gente. Víspera de la gran victoria, quería estar entre los suyos. Comer con ellos su sencilla y modesta comida. Le tendieron pan negro y ajo. Y el rey lo comió con apetito. Debió de sentarle bien al paladar y al estómago. Pues cuando se levantó satisfecho, pronunció aquella expresiva frase que ha quedado viva en el recuerdo hasta el día de hoy: "Havem ben dinat", ¡Hemos comido bien! El rey se marchó. 
Las palabras quedaron. Bendinat se llamó en adelante aquel lugar, la pequeña finca en la que don Jaime descansó, la cercana cima del monte. Y así se llamó también el castillo que unos años más tarde se erigiría aquí con todo su esplendor. 
Una bonita historia de un rey joven y victorioso. Y aunque hubiera sido de otra manera, y todo fuera producto sólo de la fantasía de viejos narradores, sería al menos una bella invención. Puede que tengan razón los eruditos que deducen el nombre de la palabra árabe "ibn dinat". Traducido libremente significa "hijo de imberbe", pero no cabe duda que es más bella la primera versión.

Paraíso balear

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