domingo, 15 de marzo de 2020

Leyenda del Moro Ciego Valldemosa

En Argel había un cautivo mallorquín que estaba en casa de un señor moro que era ciego, porque éste le había comprado como esclavo. A este cautivo, el señor le tenía mucha estima, porque era muy buen chico, y sabía hacer muy bien todos los trabajos.
Un día el señor le dijo:
- Si hicieras lo que yo te pidiese y no me engañases, te daría la libertad y todo el dinero que quisieras.
- Diga qué quiere que haga.
- Si te enviase a Mallorca, no volverías, porque ésa es tu tierra, pero si regresaras, te aseguro que estarías muy contento de mí.
- Diga qué quiere que haga en Mallorca, y confíe en mi palabra.
- Tú, ¿de que pueblo de Mallorca eres?
- De Valldemossa.
- Debes conocer el Puig de Na Fátima, ¿o no?
- Sí, señor, y mucho que lo he recorrido yendo a coger carrizo.
- Pues bien. Te daré siete pares de zapatos, y con estos siete pares de zapatos te irás a Mallorca.
- Cuando estés allí, el lunes te pondrás un par de zapatos, y con el par de zapatos puestos, irás a lo alto del Puig de Na Fátima y te pasearás por allí todo el día.
- Por la noche, te sacarás los zapatos, les harás una marca para saber que son los del lunes, y los guardarás bien guardados.
- Al día siguiente, el martes, te pondrás otro par de zapatos, y con este par de zapatos puesto, irás de nuevo a lo alto del Puig de Na Fátima y te pasearás todo el día por allí. Por la noche, les harás una marca para saber que son los zapatos que has llevado el martes, y también los guardarás bien guardados.
- El miércoles, te pondrás otros zapatos y harás lo mismo, y el jueves lo mismo, y el viernes y el sábado, hasta el domingo, que te pondrás el par de zapatos que hará siete, y todos les pondrás la marca del día que los habrás llevado.
- Después, volverás aquí en seguida, y me traerás los siete pares de zapatos bien envueltos, y ten mucho cuidado a perder alguno.
- No se preocupe, que todo se hará así como usted dice - dijo el esclavo.
- Bien - dijo el señor -. Si vuelves, te aseguro que no te arrepentirás, porque después te daré la libertad y todo el dinero que quieras.
El cautivo fue a Mallorca, hizo todo lo que su amo le había dicho, volvió a Argel, y le trajo los zapatos así como debía. Cuando el señor vio que había vuelto, se puso muy contento, porque ya creía que no volvería, y en seguida cogió los zapatos del lunes, se los pasó y los frotó por delante de sus ojos... y nada
Cogió el par de zapatos del martes, se los pasó por delante de los ojos....y nada
Cogió el par del miércoles, el del jueves, el del viernes y el del sábado y todos se los pasó por delante de los ojos....y nada
Cogió el par que hacía siete, que era el del domingo, y se lo pasó por delante de los ojos, y en seguida se curó de su ceguera y a partir de aquel momento podía ver muy bien. Y fue gracias a la virtud de las hierbas que habían pisado aquellos zapatos.
El señor abrazó al cautivo, y le empezó a besar, y después le dio la libertad y unos cuantos talegos llenos de dinero.
El cautivo regresó a Mallorca y vivió muy bien toda su vida, y sus descendientes todavía son ricos.

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