Un color tan característico no podía pasar desapercibido. Las areniscas del Triásico que afloraron en la sierra de Albarracín, de fuerte color rojizo, fueron modeladas y redondeadas por el agua y el hielo hasta formar una raridad geomorfológica que llama la atención del visitante y de los geólogos.
Un paraje de una inconfundible tonalidad almagre y de perfiles atormentados por grietas, cárcavas, torreones y viseras. Y sobre ese lienzo de piedra colorada, el manto verde y marrón de los pinares de rodeno.
Aunque en realidad este tipo de pino no es el más adecuado para terrenos pedregosos, la especie consiguió hacerse un hueco en este paraje de areniscas echando raíces entre las gritas, lo que ha contribuido aún más a fracturar el terreno.
(Paisaje cultural de Albarracín)
Un paraje de una inconfundible tonalidad almagre y de perfiles atormentados por grietas, cárcavas, torreones y viseras. Y sobre ese lienzo de piedra colorada, el manto verde y marrón de los pinares de rodeno.
Aunque en realidad este tipo de pino no es el más adecuado para terrenos pedregosos, la especie consiguió hacerse un hueco en este paraje de areniscas echando raíces entre las gritas, lo que ha contribuido aún más a fracturar el terreno.
(Paisaje cultural de Albarracín)
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