Entre los seres que pueblan la mitología de estas tierras, uno de los más interesantes es el Entiznau, al que llaman “duendi“, pero cuya apariencia está lejos de lo que podríamos imaginar como un duende: se trata de un gigante que vive en los montes hurdanos, viste ropas oscuras, tiene la cara pintada de negro y provoca tormentas. ¿Cómo lo hace? Alborotando las nubes con su sombrero, haciendo que truene al tocar su inmenso tamboril y provocando rayos al hacer chocar un eslabón con un trozo de pedernal (“deslabón” y “pedernala”, en estremeñu).
Las historias que se cuentan sobre él no siempre le atribuyen la misma estatura: a veces se le describe como de unos cuatro metros, otras como si fuera mayor que los montes hurdanos. En cualquier caso, es primo hermano de los genios de las tormentas que existen en el norte de la Península Ibérica, pero su gran tamaño es precisamente lo que le hace único. Dicen que el Entiznau se deja ver a los pastores y les ofrece encender sus pipas con su eslabón y su pedernal. Pero ojo, que aunque sea sociable también que tiene muy mal carácter: si estos le rechazan, monta en cólera y desata terribles tormentas. A veces, si se le cae un trozo de yesca encendida, llega a provocar incendios. Así que ya sabes: si paseas por los campos extremeños y te cruzas con el Entiznáu, nunca le lleves la contraria.
(El Miajón de Extremaúra)
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
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