o Las religiosas de Cambray, prohibido durante el reinado de Fernando VII. Joaquín Caprara, profesor de Declamación del Conservatorio de María Cristina, estaba retirado de la escena, y en atención a la Rodríguez, accedió gustoso a tomar parte, ejecutando el protagonista.del drama.
Cuenta Ferrer del Río que aquella noche se reunió en el Príncipe lo más escogido de la sociedad intelectual madrileña, y que tributó a Caprara una ovación entusiasta. "Distinguíase en la escena—dice el escritor citado—por su grave y majestuoso continente, por la naturalidad de su acción, por la flexibilidad de su fisonomía y por la admirable expresión de sus ojos. Aún se advertía su origen extranjero cuando articulaba ciertas palabras, pues no siempre pronunciaba con soltura; mas estos breves lunares hasta adquirían cierto encanto para los que tenían la costumbre de oirle."
Si consideramos al hombre privado, difícilmente se encontraría quien le superase en lo metódico y austero de sus costumbres, en su constancia como amigo, en su proceder como caballero. Solícito y laborioso, él mismo se disponía los trajes y pelucas que usaba en la escena, y sabido es que nadie vestía las funciones con más propiedad y con mayor gusto.
(CRÓNICAS DEL TIEMPO DE ISABEL II - Carlos Cambronero)
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