martes, 21 de octubre de 2008

Inés de Castro (Portugal)

La historia de amor entre don Pedro, príncipe de Portugal, y doña Inés de Castro, noble dama española merece la pena de ser contada.Era Inés de Castro hija de don Pedro Fernández de Castro - influyente miembro de la nobleza gallega - y doña Aldonza Soares de Valladares.

Se conoce poco de su infancia pero parece que se educó en el palacio del infante don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X el Sabio. Creció junto a doña Constanza, hija del infante, y cuando ésta fue elegida para esposa del príncipe don Pedro de Portugal la acompañó hasta Coimbra, donde el príncipe residía.

Pronto surgió el amor entre don Pedro y la hermosa gallega pero ésta, fiel a su señora y amiga, rechazó todas las insinuaciones de su alteza.

La situación cambió al morir de sobreparto doña Constanza el 13 de Noviembre de 1345. Se inició entonces un largo romance que duró casi diez años, hasta la muerte de doña Inés. Durante ese tiempo, nuestros protagonistas tuvieron cuatro hijos: Alonso (que murió siendo un niño), Juan, Dinís y Beatriz. Durante ese periodo se celebró en secreto, debido a la oposición del rey don Afonso IV, la boda de los dos enamorados que no está documentada pero si confirmada por el obispo de Guarda, don Gil, que bendijo la unión y por unos sirvientes que actuaron de testigos.

El monarca portugués concertó la boda de su hijo, viudo de doña Constanza con doña Blanca de Navarra pero el príncipe, locamente enamorado de doña Inés, alegó su secreto matrimonio para negarse.

En vista de ello, la despechada novia empezó a intrigar para hacer ver a Afonso IV (que nunca se llevó bien con su hijo) y a los nobles portugueses la influencia que el poderoso don Pedro Fernández de Castro adquiriría el día que su hija fuese reina de Portugal.

En 1355, estando el príncipe de cacería, el rey se desplazó desde Montemor-o-Velho, a donde había trasladado la corte, hasta Coimbra en compañía de un grupo de nobles. Doña Inés, sabiendo de sus intenciones, apareció ante el monarca llorosa y rodeada de su hijos. El rey conmovido salió de la estancia pero los nobles consumaron el asesinato, según parece con su consentimiento. Don Pedro hizo celebrar suntuosos funerales y lloró amargamente la muerte de su amada.

Al poco tiempo murió el rey Afonso IV y su hijo, ya coronado rey, hizo sentar en el trono el cadáver de doña Inés y obligó a los nobles a besarle la mano en señal de pleitesía.También celebró tratados con el rey de Castilla, en donde se habían refugiado los nobles que dieron muerte a Inés, y consiguió que fueran devueltos a Portugal ejerciendo sobre ellos una cruel venganza que le valió el título de "el Justiciero". A pesar de ello fue un monarca bondadoso y equitativo, muy querido por su pueblo al contrario de lo que ocurrió con su padre. Baste decir que el terrible terremoto de 1334 y la epidemia de peste de 1348 fueron considerados por el vulgo como castigo del cielo por su perversidad.

La historia de estos infelices amantes ha sido llevada al teatro por Luis Vélez de Guevara con el título de "Reinar después de morir".

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