miércoles, 15 de octubre de 2008

Virgen de Valvanera (La Rioja)


En uno de los valles, recoleto y exuberante, de las estribaciones de la Sierra de la Demanda, no lejos del pico de San Lorenzo, a mil metros de altura sobre el nivel del mar, se levanta el antiguo monasterio de Valvanera, testigo de once siglos de historia riojana.
El nombre de Valvanera parece derivarse de la expresión latina "Vallis Venaria", que significa "valle de las venas de agua", o sea, valle en el que abundan las fuentes, arroyos y cascadas. El nombre de Valvanera (Vallis Venaria) aparece escrito por primera vez en un documento del año 1016 en el que D. Sancho el Mayor de Navarra y su suegro, el Conde de Castilla D. Sancho, "convienen y concuerdan" los límites de sus respectivos reinos.
Los historiadores modernos de Valvanera vinculan los orígenes del santuario con el hallazgo de la imagen de Santa María por Nuño Oñez, encuentro que pudo tener lugar hacia el último tercio del siglo IX. En torno a la imagen se reunieron un grupo de ermitaños que, con el paso del tiempo y ya entrado el siglo X, fueron adoptando una vida regular más estricta inspirada en la Regla de San Benito.
Se ha conservado el texto y un comentario de la Regla benedictina en un manuscrito conocido con el nombre de su autor, "Esmaragdo", fechado en el año 954 (era de 992). En una de las notas de este manuscrito se dice "que fue escrito para Valvanera". El primer Abad que gobernó el monasterio fue Don Sancho, a partir del año 990. En relación al posible "Scriptorium" hay huellas de una importante "Biblia Políglota de Valvanera", que Felipe II llevó a El Escorial y que desapareció en un incendio, en el año 1761.
Con el paso de los siglos, se han ido sucediendo las construcciones. Actualmente, los edificios más antiguos son la torre románica y la iglesia, que es la cuarta, ésta de estilo gótico. Sucedió a la iglesia románica que fue dedicada por el obispo de Calahorra, Don Rodrigo, el 16 de septiembre de 1183. A su vez, este templo sustituía a otro pre-románico que consagró el obispo Fortunio, "que lo era de Alava", en el año 1073, reinando Don Sancho en Nájera. Esta iglesia reemplazaría a otra visigótica en torno a la que se estableció la primera vida cenobítica en el siglo X.
La aparición de la Sagrada Imagen está relatada en la "Historia Latina", escrita por el Abad de Valvanera D. Rodrigo de Castroviejo en el año 1419. Es la traducción al latín de un texto del S. XIII escrito posiblemente por Gonzalo de Berceo en lengua "vulgar y materna", pero cuyo estilo "popular y romancero no satisfacía a los letrados".
El hallazgo ocurrió de esta manera: Un ladrón, Nuño Oñez, oye el rezo de la que iba a ser su víctima. Doliéndose de todos sus crímenes, se convierte, pide perdón al labriego y se encomienda a la Virgen María para que le ayude a cambiar su vida. Un día, rezando en su cueva de penitente, se le apareció un ángel que le pidió que fuera a Valvanera, que buscase un roble que sobresaliese de los demás, de cuyo pie brotase una fuente y dentro del cual hubiese varios enjambres. "Allí encontrarás una Imagen de la Virgen María... que no permite la Providencia que permanezca oculta por más tiempo... es su voluntad que sea conocida y venerada para provecho espiritual de los fieles." Con la ayuda del clérigo Domingo encuentra la Sagrada Imagen y ambos comienzan a edificar con máxima sencillez lo que sería el primer lugar de culto a la Virgen en Valvanera. Correría el último tercio del siglo IX.
Es muy llamativa la postura del Niño Jesús. Es el Buen Pastor que se vuelve completamente en busca de los hombres extraviados por el pecado, ofreciéndonos la Buena Noticia, el Evangelio.
No se conoce el autor ni la fecha en que pudo ser tallada la Imagen. Cabe el que haya podido ser repintada e incluso retocada la cara de la Virgen. Por eso, debemos atender a los detalles del dibujo para datar la Imagen. El manto del Niño es una auténtica clámide imperial, típica de los emperadores bizantinos; la túnica de la Madre tiene amplísimas bocamangas, tal como las venían usando las reinas hispanas del s. IX. La Señora está sentada sobre una almohadilla que hace más confortable la silla "curul" o de tijera, trono típico de reyes asturianos. Por todo ello, la talla es de estilo visigótico-bizantino y su origen podemos situarlo en el contexto del renovado fervor mariano que tuvo lugar en nuestras tierras hispanas en la primera mitad del siglo IX.

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