miércoles, 1 de octubre de 2008

Santa Apolonia (Barcelona)



Según una curiosa tradición barcelonesa, santa Apolonia había sido monja del convento de Monte Sión.
Cuentan que la santa era natural de Barcelona, casada con un hombre de muy mal genio que le hacía pasar los siete cálices de amargura, tanto que un día, desesperada, decidió abandonarle e ir por el mundo pidiendo limosna de puerta en puerta.
Tras recorrer plazas y calles llegó al convento de Monte Sión y pidió ser acogida. Como no dijo que estaba casada la admitieron. He aquí que la primera noche de estar al convento, cuando hacía mucho rato que se había acostado , vio pasar por su cuarto a un hombre muy gordo y poco agraciado cargado con una gran cruz que apenas podía arrastrar. Podéis imaginar el susto de la novicia. Aquella aparición fantasmal se repitió cada noche, y la santa durante todo el día no sabía como desprenderse de aquella visión que la aterrorizaba y la atormentaba.
Desesperada la monja, contó lo que le pasaba a la madre abadesa, que creyó conveniente situarse ella misma cerca de la celda fantasmal para intentar ver de dónde provenía y adonde iba el desconocido que a aquellas altas horas de la noche vagaba por el convento.
Por más que observó, la abadesa no vio nada de anormal; en cambio el desconocido pasó como cada día. La abadesa tomó muchas otras medidas a fin de sorprender al desconocido, pero todas resultaron inútiles por lo que decidió cambiar de cama con el del Apolonia que fué a dormir al de la abadesa y esta a la de la monja.
El desconocido también cruzó la celda de la abadesa y la religiosa lo vio con toda claridad. En cambio, no pasó por el cuarto de la monja dónde dormía la Abadesa. Entonces se dieron cuenta de que aquella visión era especial para la monja, y la abadesa le encargó que cuando le viese le dirigiera la palabra y le preguntara si se sentía cansado de llevar la cruz y necesitaba ayuda. La monja cumplió el mandato y a la noche siguiente a su cuarto y cuando vio el desconocido le habló obteniendo la siguiente contestación:
«¿Apolonia, Apolonia, como quieres ayudarme a llevar esta cruz tan grande y tan pesada si no supiste soportar la cruz del matrimonio que es más pequeña y más ligera?»
Imaginad el pasmo de la monja ante aquella respuesta. A la mañana siguiente confesó a la madre abadesa que era casada, y le contó su historia. La superiora la reconvino y Apolonia dejó los hábitos y volvió a su casa.
Cuándo su marido la vio se puso hecho una furia y le propinó tres puñetazos tan fuertes en la cara que le hizo saltar los dientes. Por eso santa Apolonia es la abogada del dolor de muelas y dientes. Por eso también era venerada en el convento de las monjas de Monte Sión.
El día de su fiesta se celebraban solemnes funciones a las cuales concurría mucha gente para asegurarse de no padecer de dolor de muelas durante todo el año.
Si el marido de la pobre Apolonia tenía mal genio antes de hacerse monja, mucho peor lo tuvo después de saber que le quería dejar y la hizo padecer tanto y tanto que Apolonia llegó a ganar la palma del martirio y consiguió la santidad. Entre las muchas reliquias que se conservaban y veneraban a la iglesia de Monte Sión estaba mandíbula de santa Apolonia.
Durante el año, quienes sufrían de ese mal acudían a la iglesia de Monte Sión para que les pasaran la Santa Reliquia por la parte enferma, y al punto encontraban alivio.
También se conservaba en este convento un fragmento de la cuna de san Juan Bautista.

No hay comentarios: