Nació el 4 de Noviembre de 1868 en una aldea de Pontevedra llamada Ponte de Valga. No fue reconocida por su padre por lo que usaba los apellidos maternos.
Su infancia fue difícil y a los 14 años huyó de casa y se dirigió a Lisboa donde trabajó de bailarina. Después trabajó en Barcelona, en Marsella y en París que, por aquel entonces, era la capital cultural del mundo. Su belleza y su estilo pronto hicieron que destacara en el elenco del Folies Bergére, donde encarnó el papel de seductora mujer andaluza, pese a ser de origen gallego.
Carolina Otero o la "Bella Otero" como se le llamó por aquel entonces se convirtió en el sex-simbol de la “Belle Epoque" parisina. Corría o 1900. La Bella Otero mientras tanto, apuesta fortunas en el Casino de Montecarlo y es dueña de una inmensa fortuna en joyas entre las que se cuentan el collar de la emperatriz Eugenia, el de la emperatriz de Austria y los diamantes de María Antonieta. Su fortuna en aquellos años se estima en 16.000.000 de dólares.
Innumerables anécdotas corroboran el atractivo irresistible que ejerció sobre los hombres.Desde París viajó sucesivamente a Argentina, Uruguay, Brasil, Estados Unidos, Inglaterra, Hungría, Austria, Rusia e Japón.
En 1906 llegó a Buenos Aires para actuar en el Teatro Corrientes y se hospedó en el Hotel París cuyo vestíbulo se convirtió en una especie de "Club de Caballeros" de la mejor sociedad porteña que allí se acercaban para agasajar a la "Bella Otero".
A los 45 años, encontrándose en pleno éxito, Carolina Otero se retira profesionalmente a vivir plácidamente a Niza. Será entonces cuando le reconozcan su talento de actriz y la soliciten que actúe en la Opera Cómica de París, negándose ella sistemáticamente a volver al teatro. Es entonces cuando renuncia a su falso andalucismo y vuelve los ojos a su Galicia natal.
Carolina Otero falleció el 12 de abril de 1965, a los 96 anos de edad, siendo sepultada en el Cementerio del Este, en Niza.. Centenares de artículos periodísticos e incluso una película francesa interpretada por María Félix, continuarán el mito de Carolina Otero.
Su amor por su aldea natal quedó reflejado en su testamento, por el que legaba sus bienes a los más necesitados de Valga. A pesar de las fortunas ganadas, en el momento da su muerte su capital se limitaba a 609 francos.
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