Al lado del patio de San Severo, entrando en la calle Tallers y por el costado izquierdo del estudio, salía un callejón llamado de Canaletas, que conducía a la muralla y tenía una rampa al final. En este callejón que presentaba una poco de curva y que correspondía al inicio de lo que ahora es la calle Pelayo había una fuente que vertía agua por varios canalillos y por eso se llamó fuente de Canaletas.
La actual es una sucesora de la que se encontraba en el callejón del mismo nombre y de la que había manado en el padrón del patio de san Severo.
Se cree que dio nombre también a las torres homónimas así como al tramo de la rambla de hoy en día. Cuando se urbanizó esta zona se conservó la fuente, sobradamente conocida en toda Barcelona.
El agua de Canaletas tiene fama de ser la mejor de la ciudad, diferente de las demás; es la más fresca y tiene un sabor especial según proclama la tradición. Se dice que tiene hechizos barceloneses y que el forastero que la prueba ya no consigue abandonar Barcelona por más deseos que antes hubiese tenido de hacerlo o por mucho que se lo aconseje su propio interés. Nuestros abuelos acompañaban a probar el agua a los forasteros que deseaban retener en la ciudad y, por el contrario, procuraban alejar del lugar a aquellos que juzgaban indeseables como vecinos.
En la parte alta de la Rambla, en un punto de la muralla hoy difícil de señalar existió una garita, llanada de la Concepción, cuya defensa se encomendó a los canónigos y sacerdotes de Santa Ana durante la guerra delos Segadores.
(Joan Amades, traducción de Eugenio Bartolomé)
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