En la ciudad de Sabadell, se cuenta esta versión del origen de las hogueras que se encienden en la noche del solsticio de verano.
María e Isabel, no solo eran primas, sino que se querían entrañablemente. Con el tiempo llegarían a ser madres de Jesús y de San Juan, pero ellas aún no lo sabían.
Compartían sus trabajos y al acabarlos, paseaban y hablaban incansables de sus ilusiones y de lo que deseaban para el futuro. Ambas anhelaban casarse y traer al mundo preciosos niños que las colmaran de felicidad.
Llegó el tiempo de contraer matrimonio y las jóvenes, siguiendo a sus esposos, hubieron de separarse, no sin prometer que, en cuanto tuvieran un hijo, se lo comunicarían de inmediato. Para ello, encenderían una gran hoguera, que avisara a la amiga de tan feliz acontecimiento.
Y cumpliendo su promesa, cuando Isabel dio a luz a su hijo Juan, rogó a sus familiares que subieran al monte cercano y allí encendieran un gran fuego que hiciera saber a María la feliz noticia. Y es en conmemoración de este nacimiento que se siguen prendiendo las hogueras de San Juan.
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